BLOGOSFERA
El olvido que seremos
Decía Groucho Marx que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados». Cuando aparecieron los problemas, el camino fácil para los socialistas fue asumir todas las culpas y endosárselas a José Luis Rodríguez Zapatero. No hubo defensa. Nadie con poder en el PSOE, o fuera del PSOE, se planteó explicar y defender la gestión del gobierno socialista. Por si fuera poco, el mayor responsable del grupo mediático más seguido por los socialistas encontró en Rodríguez Zapatero, y no en su propia gestión empresarial, la mejor excusa para explicar los problemas de su empresa. Si los que todos consideran tuyos hablan mal de ti, tus adversarios tienen el trabajo hecho. La descripción de un presidente frívolo e inconsistente realizada por aquellos medios a los que los socialistas venían dando su crédito desde hacía décadas, se completó con la actitud de algunos de sus ministros y miembros del partido, presentados como tutores del presidente. Los dirigentes de ese grupo mediático asociados con esos supuestos tutores apostaron por una terapia: había que sustituir al presidente por sus tutores. Y para que esa operación saliera bien fue necesario convencer al presidente de que se sacrificara, de que no se defendiera, de que aceptara beber el cáliz de la culpa hasta las heces. Y lo convencieron. El presidente no miró la cuenta. Examinarla hubiera parecido algo poco elegante, poco generoso, poco valiente y, como todos, él tiene defectos, pero no esos defectos. Nadie miró la cuenta, daba igual si lo que ponía en la cuenta era verdad o no. A quienes querían sustituirlo les daba igual la cifra de la deuda, porque en su despropósito estaban convencidos de que esa cuenta la pagaría solo el presidente, y no todo el PSOE, y no hasta el último concejal del pueblo más pequeño de España. Pero se equivocaron.
Pensaron que bastaba con pedir perdón, pero pedimos perdón y perdimos las elecciones. Primero las municipales y autonómicas, luego las generales. No nos perdonaron la deuda, ni la real ni la inflada. Ya solos en los mandos, los mismos que apostaron por pedir perdón en lugar de un juicio justo, pensaron que había que esperar a que la gente se olvidara de que habíamos gobernado. Y los socialistas hemos vuelto a perder las elecciones. Muchas personas, que no han olvidado lo que se dijo de nuestros gobiernos y dirigentes, se están olvidando de nosotros, y están apostando por otras opciones que no tienen pasado que olvidar ni perdonar. Si uno se empeña en buscar el olvido, lo termina encontrando, pero no el olvido que quiere, ni de la manera que espera.
Que la fortuna y la virtud, y el trabajo de todos, acompañen al nuevo secretario general del PSOE y a los nuevos dirigentes del partido para acertar en el más que necesario cambio dirección. No es la dirección de la huida, sino la del combate, la que debimos tomar, la que debemos tomar para evitar que se cumpla el verso de Borges que da título a este artículo y al espléndido libro de Héctor Abad Faciolince.