BLOGOSFERA
Política y circunstancia
Yo no pude elegir el momento de mi entrada en política, pero pensé que podía manejar las circunstancias a mi favor. Había dado clases sobre Maquiavelo, pero no lo había entendido. Pensé que podría dominar el tiempo, pero descubrí que él me iba a dominar a mí.
El autor de este párrafo es Michael Ignatieff, reputado profesor de ciencias políticas en Harvard que de repente acepta una oferta para entrar en política y regenerar al Partido Liberal de su país natal, Canadá, a la deriva y en el suelo de su apoyo electoral. Un partido de Gobierno, el partido de Pierre Trudeau y Cretien, una de las formaciones políticas históricas y cruciales en la historia del Canadá contemporáneo, y por lo tanto dotada de los mejores y los peores elementos de la política.
Su experiencia comienza en octubre de 2004, cuando unos hombres de negro le visitan y le hacen la propuesta, y termina en 2011 con un viaje precipitado de ida y vuelta a las cumbres del poder. Como Vargas Llosa hiciera en Como pez en el agua, Ignatieff refleja su acelerada experiencia en otro libro, Fuego y cenizas, que la editorial Taurus acaba de publicar en España. Ignatieff en muy pocos meses se mete de lleno en la vorágine partidista, aspira a un escaño al Parlamento en su circunscripción de origen, y se ve envuelto y dominada por las circunstancias y los caprichos de la diosa Fortuna.
Nada más ser elegido diputado, con la pretensión además de renovar su partido a medio plazo, los resultados electorales fuerzan la dimisión del líder del Partido Liberal. Y eso acelera las decisiones de Ignatieff y de su equipo. Opta a ese liderazgo, se embarca en una campaña interna intensa y que le lleva a recorrer el país por carreteras secundarias, pero pierde siendo favorito porque todos los demás se coaligan contra él. Sin embargo, una mala jugada política del ganador y una crisis de gobierno le catapultan, en un tiempo récord, al ansiado liderazgo, que llega antes de tiempo, y que le sorprende sin la madurez política suficiente, sin la preparación adecuada para soportar las dentelladas de la política, y sin aparato que lo respalde. Entre 2008 y 2011, la vida se convierte en una suerte de calvario para Ignatieff, dominado por los tiempos, las urgencias y las circunstancias.
Pese a todo, su libro es un canto a la política y una muestra de respeto a quienes creen en ella para cambiar las cosas. En una época de fragmentación social en la que cada vez estamos más aislados unos de otros por la clase social, la renta, la raza, la religión y la edad, cuando tanta gente vive sola, cuando las calles como lugar de encuentro están desiertas, un partido político es el lugar donde los desconocidos se reúnen para defender aquello que comparten y luchar por una causa común. Un libro estimulante que debería ser leído en muchos despachos en estos tiempos convulsos. Y también en muchos hogares desencantados con el que fuera noble arte de la política.