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Hablemos de Europa
El pasado viernes la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad organizó un debate en torno a las próximas elecciones europeas, al que asistimos PSOE e IU, con la incomparecencia inexplicada del PP. Fue una oportunidad interesante de hablar de la Unión Europea y de sus políticas, que congregó a más de 60 personas a una hora intempestiva de la calurosa tarde de mayo que conmemoraba precisamente el Día de Europa.
Durante mi intervención recordé varias cosas que suscitaron luego diversas preguntas de las personas asistentes. Por ejemplo, que en 1992, ante una grave crisis económica, Europa puso encima de la mesa el llamado Plan Delors, un ambicioso proyecto de reactivación económica basado en los nuevos yacimientos de empleo y que permitió la puesta en marcha de políticas activas para la creación de empleo y la reconversión laboral de miles de trabajadores. También en 1998, cuando la especulación cambiaria derribó varias monedas de países en desarrollo (México, Sudeste asiático) para hacer multimillonarios a los mismos que habían atacado esas monedas y sumido en la desesperación a millones de personas, la Unión Europea se sacó de la manga la Estrategia de Lisboa para modernizar Europa y hacerla más competitiva de la mano de la implantación masiva de nuevas tecnologías.
También Felipe González recordaba con acierto, en su entrevista el sábado con Ana Pastor, que Europa firmó un Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento para afrontar esta nueva crisis financiera, y que el problema es que los actuales dirigentes conservadores sólo se han quedado con la estabilidad (que es una estabilidad financiera, no una estabilidad de carácter social) y se han olvidado del crecimiento, que permitiría crear empleo y aliviar el drama vergonzoso que afecta a millones de familias europeas, sobre todo del sur. Y es que no es Europa la responsable de la situación actual, sino que es la interpretación conservadora de la idea de Europa la que está prolongando sin sentido los efectos de una crisis que ya afecta de manera indigna a nuestros propios hijos.
La estupidez y la falta de talla de unos presuntos líderes que han llevado a Europa a un callejón sin salida, al euroescepticismo y a la desafección masiva hacia la integración europea son ya manifiestas. Y es por eso que merece la pena informarse y tratar de reconducir una buena idea por el buen camino. Europa necesita más política y más impulso económico. Más política para evitar la pasividad que hemos sufrido ante las primaveras árabes, ante la guerra civil siria, ante lo ocurrido en Ucrania y Crimea. Y más impulso económico para utilizar los recursos disponibles para crear empleo y evitar que otras economías emergentes nos den el sorpasso a base de salarios bajos y ausencia de derechos laborales y sociales. Los europeos, juntos, podremos defender nuestras envidiadas señas de identidad: el progreso colectivo, la igualdad de oportunidades, el estado del bienestar. Pero haciendo la guerra cada uno por su cuenta sólo se desandará el camino recorrido. Hay motivos de sobra para ir a votar. Y todo el mundo debería saberlo.