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Ignacio López  Cano

De elecciones y gobiernos


Cada vez que la ciudadanía es llamada a las urnas lo hace con la finalidad última de disponer de un Gobierno. No es el único propósito, desde luego, y más aún en una democracia parlamentaria, pero sí es el último y más importante. Lo fue en las últimas elecciones y lo será en las siguientes.

Del resultado electoral del 28 abril se pueden obtener muchas conclusiones, pero hay una que es clara y evidente: que el presidente del Gobierno y máximo responsable de la Administración General del Estado sea socialista. No por ser la fuerza más votada, que también, sino por serlo doblando el resultado de la segunda fuerza más votada, y porque en el espectro ideológico resultante, las fuerzas de progreso suman la única mayoría posible en el Parlamento, aunque sin olvidar que no es absoluta.

El PSOE entendió que le correspondía la responsabilidad de formar Gobierno y así se intentó. En la lógica de entender que el resultado electoral conllevaba acordar con Unidas Podemos, se fraguó una negociación con el que creemos que es nuestro socio preferente, y que giró, concesión socialista mediante, de un Gobierno socialista de cooperación a un Gobierno de coalición. Ya es público y notorio su rechazo a la generosa oferta socialista para entrar en el Ejecutivo. Pero, como concluyó Pedro Sánchez, el objetivo era conformar un Gobierno, no dos, tal y como pretendía la confluencia liderada por Pablo Iglesias. Y si el precio de disponer de un poder ejecutivo, aunque sea plural, es el de un Gobierno sin cohesión y estabilidad, el PSOE, como partido responsable tanto del Estado como de la mayoría social progresista, no pagará ese precio. Cuestión de convicciones, lo que no es obstáculo tampoco para sentir esa frustración que invade hoy a millones de personas de nuestro país, que deben saber que el PSOE es un partido de principios, pero también de responsabilidad.

Esa dualidad de principios y de responsabilidad, y con los resultados electorales en la mano, llevan a nuestro partido, el PSOE, a seguir intentando tener un Gobierno para nuestro país conforme a lo que votaron los ciudadanos y las ciudadanas. Pero obvio es que la responsabilidad recae también en el resto de partidos, pues 350 son los escaños y los hay de todos los colores, por lo que no pueden soslayar que sus acciones y omisiones pueden decidir que haya un Gobierno o que se prolongue la actual situación de bloqueo. Porque recordemos: la gente vota para tener un Gobierno y el único Gobierno posible es el liderado por Pedro Sánchez.

Si hay un partido que no quiere repetir elecciones ese es el PSOE, y no lo es por la contundente perogrullada de que ya hemos ganado unas elecciones y de que repetir la competición electoral es el último deseo del ganador, cuyo máximo anhelo es llegar al Gobierno con los votos ya contados. Pero si el resto se enroca en el bloqueo, deberá también explicar a la ciudadanía su decisión.

España debe afrontar asuntos urgentes e importantes que no permiten la ausencia de un Gobierno en plenas competencias. La geometría parlamentaria actual nos lleva a una legislatura complicada que requerirá de acuerdos transversales para poner solución a los grandes temas de Estado y amplias mayorías para los grandes retos que enfrentamos. Desde el Brexit o el secesionismo catalán, a la precariedad laboral y los escenarios de cambio climáticos y transformación digital de nuestra sociedad. El único Gobierno posible es el que encabece Pedro Sánchez y, para el PSOE, desarrollar un programa progresista, feminista y europeísta es fundamental, con Unidas Podemos como socio preferente. Nos puede unir un programa común: en ese aspecto no hay ni habrá obstáculos insalvables y sacar adelante un programa político es precisamente la respuesta del para qué se quiere un Gobierno.

España ha votado ya, ha votado que haya Gobierno socialista, pero también que haya acuerdos entre partidos, tanto los del mismo espectro ideológico como los de ideas distintas. Nos debemos al pueblo español. No se enroquen, la gente no lo entendería. El PSOE ya ha mostrado generosidad en sus posiciones y su capacidad de acuerdo en los últimos doce meses de Gobierno. Los nuevos partidos deberán decidir para qué quieren estar en el parlamento, deberán decidir su utilidad. Y el Partido Popular deberá también decidir si quiere continuar en ese mantra montoril de “que se hunda España que ya la levantaremos nosotros” o ser de verdad un partido con sentido de Estado y no sólo serlo en los años impares.

Llega agosto. Muchos libros por leer, pero si me permiten mis compañeros de escaño, de lectura obligatoria este año son los resultados electorales para tener muy claro que el pueblo español ya ha votado para que haya un Gobierno y que, visto julio, el único Gobierno posible es uno socialista que no deberían bloquear el resto de fuerzas parlamentarias buscando segundas oportunidades en otras elecciones que los socialistas no deseamos.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos